Siguiendo con la enumeración de decisiones o medidas que podrían ayudar a reordenar y, por lo tanto, mejorar económica y socialmente el sector de la cultura, no podemos olvidarnos de la influencia que ejerce la presión fiscal sobre las diferentes manifestaciones culturales. El gravamen que hay que sumar incide directamente en el precio final del producto y, por lo tanto, en su adquisición/inversión por parte del cliente. Y es que, tan diferentes son unas y otras manifestaciones, como su gravamen del IVA. Aunque la imposición de dicho impuesto está supeditada a una normativa europea, en España, la posibilidad de reducción (del 18% general al 8% reducido), no se aplica en todos los campos de la cultura de igual modo. Incluso, se llega al superreducido del 4% en el sector editorial, frente al 18% que se paga por la adquisición de una obra en una galería de arte o en una intervención de restauración, por ejemplo. Por lo visto, con el cambio de Ministerio de la fiesta de los toros, una de las cuestiones que pueden sufrir cambios ( a mejor) es esta del IVA que podría pasar del 18% al 8% en lo que a las entradas se refiere, por tener una condición de "espectáculo cultural" que hasta ahora no tenía, ya que se especifica en la norma expresamente su no inclusión en el tipo de espectáculos con derecho a reducción.
La mayoría de los analistas coinciden en que esto se debe simplemente a la presión que hayan podido ejercer uno u otro sector frente a los políticos, sin más. Y pudiera ser verdad, conociendo cómo se mueve este país. Lo que no parece lógico, es que una institución -la que sea- propietaria de un elemento patrimonial -declarado BIC o no- no tenga reducción de IVA en esa factura, generalmente cara, que tiene que abonar cuando restaura, rehabilita o adecúa para la visita turística, ese edifico o bien mueble de interés cultural. Es frecuente la queja por parte de los clientes de lo que se encarece la factura de una actuación con dicho impuesto, encima de que, aunque sea un bien privado, su restauración revierte automáticamente en la sociedad. No es lo mismo el IVA de la rehabilitación de una casa-palacio, de unas pinturas murales o de la recuperación y catalogación de un archivo del que se compra un coche...vamos, no debiera serlo. Incluso, es un tema que termina derivando, en otros casos, en la tentación de caer en el uso de la economía sumergida, siendo muchos artesanos -y artistas con mayúsculas- los que al final se pasan la vida haciendo "chanchullos" para reducirle a su cliente la factura final.
Este incentivo (la reducción en el IVA) fomentaría la inversión en cultura, y, una vez más, crearía puestos de trabajo, riqueza y, lo más importante, una sociedad formada y culta, que falta nos hace.
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