España desempeñó un papel destacado en el comercio artístico europeo de la Edad Moderna. Junto a las obras de arte que se exportaban, estaban aquellas que, procedentes de los más diversos lugares, pasaban a formar parte de las colecciones civiles y religiosas. Pinturas, esculturas y objetos suntuarios, se convertían en preciadas piezas con las que sus propietarios expresaban prestigio y gusto artístico.
La presencia de artistas europeos en la Península Ibérica, dando respuesta a la fuerte demanda existente, marcó los nuevos gustos y conectó a nuestros maestros con las fórmulas que se daban más allá de los Pirineos. Una realidad en la que también in tuyeron las estampas y grabados que circularon por toda Europa, mostrando algunas de las obras más signi ficativas de artistas afamados como Rubens, Van Dyck, Guido Reni, etc., que servirían de modelos y referentes para los artí fices españoles.
La existencia de territorios bajo la soberanía española en Italia y en la Europa central y septentrional, facilitó estos intercambios, convirtiendo a Flandes y a ciudades como Roma, Nápoles, Bolonia o Génova, en verdaderos hitos del mercado artístico. Pero no sólo se trajeron piezas de estos lugares, Francia y Alemania también fueron un referente en determinados campos. La calidad y excelente manufactura de las telas francesas las convirtió en las elegidas para la confección de ornamentos sagrados. De Augsburgo se importaron magní ficas piezas suntuarias como relicarios y cruces de altar, donde los maestros de aquella ciudad demostraron su valía en el trabajo de la plata y maderas nobles, como el ébano.
La diócesis giennense constituye un magní fico ejemplo de esta realidad cultural. Splendor Europae, pretende a través de una selección de obras de las más variadas disciplinas artísticas (pintura, escultura, objetos suntuarios, textiles y libros), mostrar los excelentes resultados que produjo esta política de intercambios culturales. La Catedral, precisamente una de las instituciones que atesoró una mayor cantidad de estas piezas, acoge algunas de las más signi ficativas que, de procedencia italiana, alemana, francesa o flamenca, llegaron por las más diversas vías al antiguo Reino de Jaén.
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