No hace falta saber mucho de fútbol para entender, después de ver los noventa minutos jugados anoche por la selección española, el secreto de su éxito: No es la técnica, ni los entrenamientos ni la preparación física, que también. No son los altos sueldos de los jugadores ni la paridad en la elección entre clubes. No es desarrollar una táctica imposible, ni extremadamente novedosa, ni hacer piruetas en el campo...
El éxito de nuestro pais en las últimas competiciones internacionales es el concepto de equipo y la seguridad de saberse capaces. De ser conscientes de que el sitio de España no era eliminarse en cuartos, sino alzar la Copa de Europa o del Mundo. Saber organizar un grupo y el grupo dejarse organizar por su líder.
Ciertamente anoche, los jugadores de nuestra selección nacional nos dieron un baño de saber hacer, de trabajo en equipo, de colaboración mutua... Se vió en pequeños detalles -más allá del juego en sí- como en la complicidad entre jugadores del Barca y el Madrid, en la cesión del gol de Torres a Mata, en la asistencia anímica y técnica en todo momento de Reina a su capitán y titular Casillas y, sobre todo, en la templanza, humildad y sobriedad del Sr. Marqués de Del Bosque, un hombre sencillo capaz de dirigir con maestría sinfónica a un puñado de chavales sedientos de triunfo.
España debería festejar en Cibeles no sólo la Copa de Europa, sino la decisión unánime de todo un país que ya no quiere quedarse más en cuartos. La euforia colectiva que vivimos debe canalizarse por quien corresponda para convencer a los ciudadanos de su capacidad; para reivindicar que no somos un país de vagón de cola; que tenemos a nuestras espaldas una historia, una forma de ser, una capacidad de trabajo, una ilusión y una confianza en nosotros mismos que no nos la quitan ni la prima de riesgo ni nada que se le parezca.
Si hoy hubiera elecciones y se presentara Del Bosque ganaba por mayoría absoluta. Seguro. Y es que los españoles de a pie, los que comemos de lo que trabajamos, estamos deseosos de que nuestros dirigentes -no sólo políticos- se tomen en serio de una vez trabajar por España como lo ha hecho la selección, de nuevo. Sin colores de clubes, sin ansias personalistas, sin ponerse nerviosos ante la adversidad ni ante la euforia de saberse campeones. Buscando soluciones en décimas de segundo y sin escusas ante la pérdida de balones.
España es única, pero necesita de gente humilde, trabajadora, con la seguridad del que sabe lo que hace y con la templanza de nuestro seleccionador y su equipo. Tenemos muchas cosas a nuestro favor. Esperemos que esta nueva victoria haga remomer las conciencias y se pongan, los que le corresponde, de una vez por todas y para siempre, a trabajar para salir de esta eterna y mediocre situación de "cuartos".
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