Un grupo de personas que estiman y valoran el Monasterio de Santa María del Arrabal de Cádiz, con su comunidad religiosa y todo lo que ello representa, se han puesto manos a la obra con la intención de salvar tan histórico inmueble gaditano. Cuentan con un equipo de técnicos especializados en restauración como arquitectos, aparejadores, ingenieros, economistas, restauradores e historiadores del arte que están trabajando altruistamente para conseguir su objetivo. Ahora, emprenden una campaña de recaudación de fondos con un catálogo de ayudas materiales destinado a particulares y empresas que quieran contribuir con la restauración del inmueble.
"Es un proyecto ilusionante a la vez que atrevido y no
quieren que nadie se quede sin
participar en él. Sólo hace falta voluntad, ganas de emprender, de
cambiar y de mejorar" indican en el portal web habilitado al efecto: amigosdesantamaria.wordpress.com.
Entre los fines que persigue la denominada
"Asociación de amigos del Monasterio de Santa María" están las tareas de
impulsar
cuantas actividades culturales y económicas sean necesarias para la
conservación, restauración y mantenimiento del Monasterio en su máximo
esplendor, fomentar el estudio e investigación de sus valores culturales
y religiosos, y la divulgación de dichos valores.Tampoco olvidan la
responsabilidad social, por eso
pretendemos que la restauración del Monasterio suponga la revitalización
del barrio atrayendo a un gran número de turistas y favorecer la
actividad económica de la zona.
La antigua Ermita de Santa María fue la semilla del
barrio homónimo, que comenzó a crecer alrededor de la misma. Pocos
datos se conocen de esta primitiva construcción, donde solicitaron
establecerse las franciscanas concepcionistas en 1.527, convirtiéndose
así Santa María en el primer Convento fundado en la ciudad. Santa María sufrió las consecuencias del asalto anglo-holandés
acontecido en 1.596, quedando el edificio gravemente afectado, siendo
necesaria su reconstrucción. Las obras comenzaron en los inicios del
siglo XVII, fecha de la que datan la mayor parte de los elementos que
componen el conjunto del actual Convento.
La portada de la Iglesia
es obra de Alonso de Vandelvira y fue construida en 1617. Está compuesta
por dos cuerpos, el primero de ellos dividido en tres calles,
albergando en su zona central la puerta de entrada. A ambos lados se
disponen sendas hornacinas, estando separados todos estos elementos por
columnas toscanas. El cuerpo superior alberga tres hornacinas, siendo la
central de mayor tamaño que las laterales, estando rematado el conjunto
por un frontón triangular.
La torre conventual, obra de Juan Parcero
construida en 1760, se compone por un primer cuerpo cuadrado del que
sobresalen cuatro balcones cerrados, uno en cada cara. Sobre el mismo se
alza un segundo cuerpo octogonal coronado por un chapitel cubierto con
azulejos, algunos del s. XVIII procedentes de Delf.
El interior de la Iglesia de Santa María
es fruto de varias ampliaciones. En los comienzos del siglo XVII Luis
Ramírez levantó una primera Iglesia que se correspondería con la actual
nave y el coro. El 4 de agosto de 1616 se firmó el protocolo notarial
por el que la Cofradía de Jesús Nazareno establecía su sede en el
Convento. Ese mismo año se ampliaron las naves siguiendo las trazas
diseñadas por el maestro Alonso de Vandelvira y dando como resultado la
iglesia con planta de cruz latina que hoy podemos ver. Dicha ampliación
también tuvo como fruto la construcción de la Capilla de Jesús Nazareno,
ocupando el primitivo compás del Monasterio.
El retablo mayor data de 1765 y es una
sobresaliente obra efectuada en madera dorada realizada por José Benítez
Melón. Las tallas de dicho retablo son obras sevillanas del siglo XVIII
procedentes del desaparecido Convento de los Descalzos de nuestra
ciudad, a excepción del relieve del ático que sí fue elaborado
expresamente para la Iglesia de Santa María. La iglesia cuenta asimismo con otros
retablos y elementos de interés. Como el púlpito, elaborado en mármol en tonos rojizos, y el
aguamanil realizado en el siglo XVIII por Cayetano de Acosta que se
encuentra situado en la sacristía del convento.
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