El
 calendario se acerca vertiginosamente hacia la Cuaresma y con ello, la 
intervención que acometemos sobre la imagen del Santísimo Cristo de la 
Vera Cruz de Guillena va avanzando paralelamente de manera óptima. La 
imagen ya ha sido desprovista totalmente de la repolicromía aplicada en 
el año 1955 por el imaginero Manuel Pineda Calderón procediéndose en 
estas semanas a la consolidación estructural de la misma, fase previa a 
la reintegración cromática. 
Como ya se planteó en
 el proyecto de intervención -y como herramienta y garantía de los 
trabajos que se iban a acometer-, la imagen fue sometida a un estudio 
técnico preliminar para verificar el estado de conservación que 
consistió, por un lado, en un estudio radiológico completo y, por otro, 
en un “estudio de correspondencia de policromías” que incluyó además el 
análisis estratigráfico de varios puntos de la superficie de la imagen. 
- Eliminar un 
recubrimiento pictórico de baja calidad, alterador cromático y 
volumétrico de la imagen y que en nada se corresponde con la estética dieciochesca de la misma. 
- Proceder a la correcta restauración de los daños identificados mediante radiografías (aperturas de ensambles, clavos, articulación brazos...) que habían sido ocultos con dicha actuación y que, al no haber sido resueltos eficazmente, estaban provocando daños estructurales en la sagrada imagen.
- Por último, y no por ello menos importante, recuperar la policromía existente del s.XVIII, que si bien no es la más antigua u “original” si se corresponde estilísticamente con la época de ejecución de la imagen.
Como era de esperar, 
una vez acometida la limpieza, han salido a la luz los numerosos daños 
identificados en el soporte de madera, que son los que ahora se están 
interviniendo. Todas estas deficiencias estaban ocultas por gruesas 
capas de estuco que alteraban el modelado de la escultura y que tras la 
intervención se verá libre de todos estos añadidos.
El resultado de la limpieza ha sido bastante satisfactorio para cuantos lo han admirado ya que la escultura goza ahora de una encarnadura delicada, de un detalle minucioso en lo que a los regueros de sangre se refiere y una superficie que permite disfrutar en mayor medida de la talla de la imagen, frente a la opaca y deslucida policromía aplicada en la última restauración.
Enhorabuena, está quedando magnífico.
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