lunes, 24 de octubre de 2011

Tesoros por descubrir: Los retablos "gemelos" del presbiterio de la Parroquia de Santa Ana


La Real Parroquia de Santa Ana de Triana (Sevilla) custodia uno de los retablos de mayor importancia y envergadura de la diócesis, su retablo mayor, ejecutado por Pedro de Campaña, Nufro Ortega y Nicolás Jurate, recientemente restaurado. A veces, el visitante, extasiado por tal aparato, no repara en otras obras de gran interés que se ubican muy cerca del primero. Traemos a nuestro blog de GESTIONARTE, un ejemplo de los muchos que posee esta antiquísima iglesia parroquial trianera como son los dos retablos “gemelos” del presbiterio bajo. Uno está dedicado a la Virgen del Rosario y otro alberga la escena del “Descendimiento”.

Según la tradición, la construcción del templo data del año 1276, por orden del rey Alfonso X, tras la conquista de la ciudad por  Fernando III. La iglesia debió quedar terminada a principios del s. XIV aunque a finales de éste  se reedificó el templo, deteriorado por los daños del terremoto de 1355. Posteriormente, comenzaría la construcción de retablos y la decoración interior del templo.

Ambos retablos, pertenecen a la tipología de retablo-tabernáculo propio del primer tercio del s.XVII. Aunque en apariencia pudiera parecer una ejecución única o  simultánea, lo cierto es que su hechura está separada por un intervalo de hasta treinta años aproximadamente. Sin embargo hay que decir que, por la información que hemos podido sustraer y el estudio directo de la obra, es probable que, si bien no fueron realizados totalmente por las mismas manos, si que estuvo relacionada su ejecución. De lo que sí hay constancia es que el segundo en levantarse (Descendimiento) siguió las trazas y modelo del anterior. 

La autoría del más antiguo, el de la Virgen del Rosario,  no está clara puesto que no se conserva documentación alguna al respecto. Fue construido –casi con toda probabilidad- a expensas de D. Gaspar Ramallo a quien la fábrica adjudicó este altar con fecha 31 de Enero de 1605. Años más tarde, en 1625 se contrataba con Miguel Cano (padre de Alonso Cano) la ejecución del retablo frontero que tomaba por modelo el anterior (que debía estar terminado ya) perteneciendo su capellanía a Pedro González del Real y Diego de Zuleta, tal y como describe la inscripción todavía existente en el banco del retablo. En 1630 debiera estar terminado el segundo y las diferentes remodelaciones de la capilla mayor, según se desprende de la documentación existente y la inscripción conservada. La estrecha relación profesional entre Miguel Cano y Diego López Bueno así como la evidente influencia de López Bueno en las trazas del primero de los retablos, nos inclina a pensar -como indican también otros autores-, que hubiera sido el propio Miguel Cano –quien realiza también para la parroquia la Sillería de coro y el Monumento del Jueves Santo en 1620 y 1621 respectivamente- quien se hubiera hecho cargo de la construcción de los dos. Si esto fuera cierto, la fecha de ejecución del retablo se retrasaría hasta al menos 1614 en el que hay constancia de su instalación proveniente de Granada en Sevilla.  Y precisamente, en el barrio de Triana.  

Otro de los datos que nos inducen a retrasar la fecha de ejecución del retablo es precisamente su traza atribuida a López Bueno. En 1611 accede al cargo de Maestro Mayor del Arzobispado, razón ésta para que fuese el encargado de las trazas, o al menos, de supervisar esta actuación retablística. 

En lo referente a las pinturas, hay diferentes autorías/teorías al respecto: En relación al lienzo de la Virgen del Rosario, su aspecto a simple vista nos induce a pensar en la mano del clérigo Juan de Roelas. Su fecha de ejecución nos parece habría que situarla entre los años 1621, en el que regresa de la corte y 1625, año de su fallecimiento. De ser antes, tendría que ser con anterioridad a 1616, año en que se traslada a la Corte y que nos parece una fecha demasiado temprana. Estilísticamente, se corresponde con la obra del pintor destacando el profuso acompañamiento de ángeles entre nubes tan característico del clérigo.
 
Sin embargo, el Prof. Valdivieso, apunta que tanto ésta como la del Descendimiento, se adscriben al pintor Juan del Castillo, otorgándoles la fecha de 1625 como la de su ejecución. Ciertamente, la del Descendimiento sigue el modelo realizado por Roelas (perteneciente a la generación anterior de Juan del Castillo) que se conserva en la Catedral de Sevilla, por lo que no sería tampoco extraño que en el de la Virgen del Rosario hubiese seguido también los modelos del clérigo y de ahí la confusa adscripción. Lo que sí es cierto, y apoya la conjetura más fiable, es que Juan del Castillo trabajó continuadamente con Miguel Cano – y López Bueno por consiguiente- en numerosas obras por lo que su relación con los retablos que estudiamos es prácticamente segura. A él pudieran adscribirse las pinturas laterales, si bien la disparidad de calidades, tipología y estado que presentan no hace aconsejable una adscripción hasta no haber sido intervenidas y estudiadas con detenimiento ya que su lamentable estado de conservación no permite un estudio en profundidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario