lunes, 23 de junio de 2014

Se inicia la restauración de un San Juan de mediados del s.XVI de la Hermandad de la Vera Cruz de Sevilla

Desde hace unos días, se encuentra retirada del culto la imagen de San Juan que habitualmente recibe culto en el retablo renacentista de la nave del evangelio de la capilla del Dulce Nombre de Jesús, sede de la Hermandad de la Vera Cruz de Sevilla, al haber dado comienzo los trabajos de conservación-restauración sobre la misma por parte de nuestra empresa GESTIONARTE SLU bajo la dirección de Benjamín Domínguez Gómez, conservador.restaurador de bienes culturales, licenciado en Bellas Artes. 

Se trata de una escultura de bulto redondo de tamaño algo menor del natural, tallada y decorada en su totalidad. Representa a un varón de pie, vestido con una túnica de color verde sobre la que cae un mantolín rojo que, desde los hombros, alcanza los brazos que se muestran en actitud de portar elementos en ambas manos. Su mirada –baja- se dirige hacia la izquierda, alcanzando así al fiel. 

Toda ella se asienta sobre una peana, de planta cuadrada pero con las esquinas achaflanadas y aspecto jaspeado. Está ejecutada en madera de cedro con peana en pino. Posee encarnadura al óleo y estofado sobre oro fino, así como barniz de protección altamente alterado.

Año 1956. La imagen -como Santa Lucía-
preside el retablo mayor
El primer problema con el que nos encontramos a la hora de abordar el análisis iconográfico de la imagen que nos ocupa es la ausencia de atributos o elementos que determinen de qué personaje se trata. Sólo los ropajes que presenta y el aspecto de su semblante nos podrían orientar acerca de la identidad de la escultura. Esto ha provocado que, desde hace décadas, la imagen se encuentre en una situación de indeterminación iconográfica. Situación agravada por su adaptación como imagen de “Santa Lucía” durante los años en los que la Organización Nacional de Ciegos (O.N.C.E.) celebraba sus actividades religiosas en esta capilla. Sobre este particular, se tiene constancia de la llegada de la entidad en el año 1938, perdurando el culto de la imagen en el altar mayor hasta, al menos, la década de los cincuenta. La adaptación se resolvió colocándosele la espada en la mano derecha y la bandeja con los ojos en su mano izquierda, atributos propios de su iconografía.   Tras pasar por otros retablos cuando la imagen del Cristo de la Vera Cruz pasó a presidir la capilla, se retiró del culto. Restaurado el retablo renacentista en 2007 (también por nuestra empresa), se decidió recuperar esta magnífica escultura, colocándola en el retablo que –a priori- pudo haberla albergado o, al menos, comparte estilística y época de ejecución. Advertir que este altar está atribuido a Juan Bautista Vázquez "El Viejo" (para conocer más detalles sobre el mismo pincha aquí)


Por lo que respecta a su iconografía original, si atendemos a los pocos elementos de juicio que tenemos, todo apunta a que se puede tratar de una imagen de San Juan evangelista. En primer lugar por la juventud que presenta su rostro, de la cual Pacheco nos refiere que ha de representarse “mozo” y  “mancebo”, de unos 22 años de edad; portando en su mano un cáliz, lo cual puede corresponderse perfectamente por la disposición de los dedos; así como por el colorido y disposición de los ropajes -verde y rojo- que, aunque Pacheco indica el blanco como el correspondiente a la túnica, el verde es el habitual para la representación de San Juan, además de llevarla “ceñida” y el manto sobre los hombros, según se describe. Sus atributos más constantes y característicos son el águila, la copa de veneno, el caldero de aceite hirviente y la palma del Paraíso. En los ciclos de los apóstoles tiene como emblema la copa envenenada, de la que escapa el veneno en forma de dragoncillo. El atributo de la copa envenenada apareció tardíamente, en el siglo XIII y pudiera ser el que utiliza el autor de la imagen que nos ocupa. La copa envenenada con frecuencia tiene la forma de un cáliz donde, en lugar del dragón, encima del recipiente se representa una hostia.

Por la información que arroja el análisis organoléptico de la escultura, se evidencia que la imagen ha sufrido, al menos, dos intervenciones restauradoras: La primera y más antigua que sustituyó la peana original por la actual y otra consistente en el "repintado" de los motivos vegetales del estofado de la túnica con "purpurina" o pintura dorada comercial, de una manera burda.

El principal daño que presenta la imagen a nivel de soporte es la pérdida de elementos de talla, sobre todo en las manos y bordes de la túnica por muy diversos puntos. En segundo lugar, se observan sobre la imagen aperturas de ensambles y fisuras fruto de la degradación de la madera.  Destacan en este aspecto, la que se observa en la frente de la imagen, así como las que recorren la espalda verticalmente que se corresponden –presumiblemente- con la apertura posterior de la imagen si está ahuecada. También están presentes sobre la imagen orificios, clavos, agujeros, etc. propios de su manipulación y colocación de elementos iconográficos de manera inadecuada. En algún punto se han localizado orificios provocados por xilófagos, pero que no revisten gravedad. 


La policromía presenta un estado de conservación muy deficiente debido, por un lado, a los daños que se están produciendo tanto a nivel de soporte, como en su preparación o aparejo y, por otro, a la intervención restauradora antes citada. En toda la escultura, se localizan levantamientos, pérdidas de preparación y película de color por desprendimiento de la primera. El origen de esta patología está en la pérdida de cohesión del estrato de preparación (yeso) que pierde adhesión y se desprende de la madera si bien en su mayor parte viene ocasionado por golpes o rozamiento fruto de su manipulación o la exposición a la humedad. En este sentido destaca la degradación que está produciendo en la zona de la espalda.




fotografía con luz ultravioleta donde se
evidencian los repintes en el rostro

La otra alteración destacada –fruto de su restauración- es que la policromía se encuentra alterada en casi el 90% de su superficie  como consecuencia de las aplicaciones de retoques y repintes. En la actualidad, son numerosas las manchas y alteraciones de color que se reparten por toda la encarnadura de la imagen, ocultando su cromatismo real, el craquelado de antigüedad y provocando un oscurecido generalizado.Sobre esta cuestión hay que diferenciar dos tipos de retoques: Los efectuados sobre la encarnadura de la imagen (rostro, mano y pies), probablemente al óleo y que se han visto alterados con el paso del tiempo y, por otro lado, los realizados por medio de pintura dorada de uso comercial (purpurinas) que se reparten por toda la vestimenta de la imagen. Incluso existen algunas ediciones consistentes en imitar los dibujos o volutas de os motivos polícromos en zonas que no le corresponden. Por último, sobre la superficie de la imagen se acumula suciedad, polvo y residuos derivados de uso (cera, por ejemplo) que están alterando su correcta visión y su cromatismo. Lo mismo ocurre con la peana que presenta una notable suciedad, repintes, cera…

El tratamiento previsto a realizar sobre la imagen es el siguiente:

Estudios previos:

- Estudio técnico de la intervención
- Fotografía luz natural, rasante y ultravioleta
- Estudio Radiológico
- Análisis de materiales

Tratamiento: 

- Eliminación de polvo y suciedad superficial.
- Revisión del anclaje de la imagen a la peana y consolidación del mismo.
- Fijación y asentado de la película de color y estrato de preparación.
- Tratamiento de limpieza, levantamiento y eliminación de repintes.
- Eliminación de clavos y  elementos metálicos.
- Consolidación y sellado de grietas 
- Correcto ensamblaje y reconstrucción volumétrica del soporte de madera.
- Diseño y correcta colocación de  atributos iconográficos.
- Reintegración volumétrica y cromática de las lagunas existentes.
- Barnizado de protección final.

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