El patrimonio artístico ha sido considerado por
la Iglesia desde siempre como un medio privilegiado para transmitir la
Buena Noticia de Jesucristo; por eso, con ocasión del Año de la Fe, la
Archidiócesis de Sevilla va a organizar, entre sus actividades
formativas, la
visita a los espacios más representativos del Palacio Arzobispal, sede
de la curia diocesana. Hasta el momento, la sede episcopal sevillana
permanecía cerrada para la visita cultural, a excepción de algunos
grupos organizados de universitarios o interesados, previa solicitud.
Como se indica en la página web de la Archidiócesis (www.archisevilla.org) en unos días se
informará de los horarios de acceso así como de otras medidas de
organización de las visitas, materializándose un deseo compartido por muchos de los que han tenido oportunidad de conocer el interior de este edificio, ya que es, hasta el momento, un verdadero desconocido para el público en general.
El edificio que hoy en día conservamos, uno de
los escasos ejemplos de arquitectura palaciega del Siglo de Oro español,
fue en su origen un conjunto de inmuebles domésticos yuxtapuestos
reunidos por los arzobispos hispalenses a partir de la Reconquista de la
Ciudad en 1248. Hacia 1593 el Arzobispo Rodrigo de Castro encargó al
arquitecto italiano Vermondo Resta una importante racionalización del
conjunto, que fue organizado en torno a dos patios
conectados a través de una doble galería abierta que conduce a la
monumental escalera principal, de un solo tiro y tres tramos, una
auténtica obra de arte que data de la segunda mitad del siglo XVII,
diseñada por Fray Manuel Ramos, realizada con mármoles de colores y
decorada con pinturas murales atribuidas a Juan de Espinal. La decoración y articulación
barroca de las fachadas exteriores y la portada del edificio son obras,
entre otros, del arquitecto Pedro Romero y el cantero Fernández de la
Iglesia a principios del s. XVIII.
Además, posee un importante patrimonio artístico mueble compuesto
por
pinturas y esculturas del barroco sevillano, repartidas por el palacio y que únicamente superan en número e importancia en Sevilla el Museo de Bellas Artes y la
Catedral, convirtiéndose en la tercera pinacoteca de la ciudad, con lo que ello supone. Entre
sus pinturas, pueden verse obras de Francisco Herrera el Viejo,
Francisco Pacheco, Zurbarán, Murillo
y Juan de Espinal. A esto hay que añadir colecciones procedentes de las
escuelas italiana y holandesa también de estilo barroco.
Estos fondos
pictóricos fueron catalogados en 1979 por los profesores Valdivieso y
Serrera, determinando que existen 296 pinturas, conteniendo obras que
datan de los siglos XVI al XX, aunque la mayoría de ellos están datados
entre los siglos XVII al XVIII.También son
admirables el artesonado del Salón Principal y los de las salas adyacentes, con setenta lienzos exaltando a la Iglesia. También tiene sede en este edificio el Archivo General del
Arzobispado y su Biblioteca, que conserva toda la documentación
eclesiástica de la archidiócesis hispalense junto con la Institución Colombina y el Archivo de la Catedral -gestionados de manera unitaria-, datando los más antiguos
del siglo XIV,
Nos congratula que, con motivo de poner a disposición de los fieles este recorrido por la via pulchritudinis ("vía de la belleza"), se organice el acceso a tan importante edificio -que no sólo lo es por los valores artísticos que atesora- ya que va a suponer para muchos el descubrimiento de un verdadero tesoro desconocido en pleno centro de la ciudad.
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