El pasado 27 de diciembre se reponía al culto durante la eucaristía dominical la imagen del “Niño Jesús Perdido”, que recibe culto en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Granada, de la localidad sevillana de Guillena, tras su reciente intervención por parte de nuestra empresa.
Los trabajos, que se han llevado a cabo a lo largo de mes y medio, han sido sufragados gracias a la subvención que el Ayuntamiento de Guillena ha otorgado a las tres cofradías de la localidad. Una ayuda destinada anualmente a las salidas procesionales y que este año, sin cofradías en las calles, se ha dedicado a fines patrimoniales.
Inspeccionada la obra en octubre de 2019 y realizado tanto el pertinente estudio bibliográfico/documental como un estudio radiológico, se redactó la correspondiente propuesta de intervención donde se establecieron las actuaciones de conservación y restauración oportunas con el fin de frenar el deterioro que presentaba, dotarla de un estado de conservación óptimo y una adecuada visión estética en base a su estado, necesidades, usos y características materiales de la obra; todo ello atendiendo al código deontológico de la profesión, velando por el rigor científico de la actuación y su perdurabilidad y/o reversibilidad en el tiempo.
Fotografía general de la imagen antes y después de la intervención
DESCRIPCIÓN DE LA OBRA E HISTORIA MATERIAL
La escultura, de bulto redondo, representa a Jesús Niño, de pie. Está vestido con túnica sin ceñir a la cintura, que baja hasta los tobillos. La mano derecha se adelanta para portar una cruz en metal dorado, alzando la izquierda en ademán de alcanzar la mano de San José, imagen con la que forma grupo escultórico en el retablo del mismo nombre. Sus pies descalzos descansan sobre una peana de base cuadrada, que imita un terreno pedregoso en su zona superior, quedando revestida, por sus cuatro caras, por molduras y policromía imitando jaspes. Sobre sus sienes luce potencias en metal dorado.
La imagen cuenta además con una segunda peana que le sirve de base a la primera, policromada imitando jaspes y dorada en oro la moldura que la circunda. En el centro de la cara frontal se inserta un relicario del Santo Sepulcro de Jerusalén en metal plateado. Sus dimensiones son 108 x 40 x 46 cm.
Fotografía general de la imagen. Estado previo a la intervención.
Existe constancia documental de que ya en 1579 existía en Guillena una cofradía titulada de Nuestra Señora de la Candelaria, y que presidía una pequeña ermita próxima al núcleo urbano de la Villa, como refieren diversas fuentes documentales. Extinguida la ermita entre los años 1823 al 1828, en octubre de 1854 fue trasladada la imagen mariana a la de San Nicolás, a petición del párroco del momento, permaneciendo muy probablemente en dicho inmueble hasta pasado el año 1888. Demolida la ermita, la corporación se instala definitivamente en la iglesia parroquial.
Igualmente, se conoce que en 1910 la imagen del Niño Jesús Perdido ya procesionaba el Domingo de Resurrección, junto con la Virgen de la Candelaria, manteniéndose dicho culto –uno de los días festivos más importantes de la localidad desde antaño- hasta nuestros días. Por tal motivo, ya en fecha reciente, se promueve la constitución formal de la Hermandad, aprobándose sus reglas en mayo 2010.
Dos
fotografías históricas de la imagen procesionando el Domingo de Resurrección.
Sobre el origen y cronología de la imagen, el doctor en Historia del Arte Juan A. Silva Fernández considera que "la hechura de la imagen ha de vincularse a la ejecución del retablo que la alberga", levantado entre los años 1764 y 1769, cronología que se desprende de la inscripción conservada en la mesa de altar del referido retablo, que reza del siguiente modo: “Este retablo se hizo a devoción y celo del Señor Bartolomé García y otros devotos. Se empezó el año de 1764 y se acabó el de 1769”. Su vinculación con la Hermandad de la Candelaria, así como el hecho de sacarla en procesión, debe de vincularse a la presencia de la imagen mariana en el templo parroquial y no antes, cuestión que se intuye por la cronología de los hitos descritos.
Con todo, y a pesar de este origen dieciochesco de la escultura, sabemos por los estudios científicos llevados a cabo, que la imagen, tal y como ha llegado hasta nosotros, debe de considerarse obra del imaginero Francisco Velasco Barahona, quien en 1965 le sustituyó íntegramente el cuerpo, muy probablemente reproduciéndolo por medio del "sacado de puntos". Sólo la talla de la cabeza y su encarnadura –actualmente oculta- perviven de la escultura barroca. Además, el análisis detallado de las fotografías tomadas en 1948 por José María González-Nandín para la Fototeca del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla nos induce a pensar que el cuerpo que lucía dicha imagen (realizada, según algunos, en telas encoladas) era de madera tallada y estofados sus ropajes con la decoración dieciochesca que, al igual que ocurre con la imagen de San José, coincide cronológicamente con la ejecución del retablo que las alberga. Por su parte, y a tenor de la morfología de la cabeza, ésta se nos antoja, incluso, más antigua, por lo que el aspecto dieciochesco podría haber sido fruto de la reforma barroca de una imagen incluso anterior. Sea como fuere, también resulta evidente que la decoración polícroma que actualmente luce la imagen es obra del escultor Velasco Barahona, no sólo por las referencias documentales y la sustitución del cuerpo que le habría de servir de soporte ya citados, sino por cuanto el uso de láminas de oro metal y una torpe ejecución técnica nos revelan su más que segura paternidad.
Fotografía de la imagen realiza en 1948 [Fototeca Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla].
Con posterioridad, en 2005 el escultor-imaginero Manuel Ramos Corona realiza una serie de reparaciones en la obra y, finalmente, en noviembre 2018, un grupo de hermanos de la hermandad policroman la peana inferior y subsanan algunos daños.
ESTADO DE CONSERVACIÓN Y TRATAMIENTO
En relación al soporte de madera, éste se mantenía estable y sin alteraciones importantes, a excepción de la separación del ensamble central de las piezas y alguna fenda localizada en la cabeza, no porque revistiesen gravedad a nivel estructural, sino por los daños que venían generando a nivel de policromía.
Por su parte, en lo que concierne al revestimiento polícromo, presentaba algunas alteraciones propias del uso cultual de la imagen pero, sobre todo, destacaba la alteración del protectivo aplicado como “pátina artificial” el cual proporcionaba a la imagen un aspecto cromático desigual, el cual se ve agravado por la acumulación de depósitos superficiales o los puntuales repintes aplicados en sucesivas reparaciones que ha sido el principal objeto de la intervención.
Detalle del estado de conservación de la carnación de la mano derecha.
Arriba, fotografía mediante luz visible; abajo, iluminada por medio de luz ultravioleta.
Mención especial merece la repolicromía del rostro, que oculta la encarnadura original o más antigua, y los daños que se están produciendo en este punto –cuarteados y levantamientos- que exigían una actuación de conservación con objeto de preservar a futuro esta zona de la imagen de manera adecuada.
En consecuencia, el proyecto de intervención ha contado con las siguientes actuaciones:
- Estudio radiológico
- Estudio con luz ultravioleta
- Documentación fotográfica inicial
- Ensayos de limpieza
- Eliminación de polvo y otros depósitos en superficie
- Fijación de levantamientos de la capa pictórica
- Incorporación de elementos de sujeción para los atributos iconográficos
- Limpieza química y mecánica del revestimiento polícromo
- Reintegración volumétrica de las faltas o lagunas de soporte
- Reintegración volumétrica de lagunas existentes en el revestimiento polícromo (estucado)
- Reintegración cromática de lagunas existentes en el revestimiento polícromo
- Barnizado de protección final.
- Documentación fotográfica final
- Redacción memoria final y actividades de difusión
- Redacción del “Plan de conservación preventiva” aplicable
A continuación incluimos una selección de la memoria gráfica de los trabajos efectuados y una comparativa antes/después de la intervención:
Detalles del proceso de limpieza.
Alteraciones vinculadas al estrato de soporte
A la izquierda, detalle del proceso de estucado tras la eliminación de repintes y consolidación del soporte de madera; a la derecha, detalle de la decoración tras haber sido sometida al proceso de reintegración cromática.
Fotografía general de la imagen antes y después de la intervención
Fotografías: José Morón by GESTIONARTE