Después de siete meses de trabajo, en la tarde del miércoles 30 de enero se han presentado los trabajos de conservación-restauración llevados a cabo por el equipo de GESTIONARTE sobre el retablo mayor de la Capilla de la Piedad, sede de la Hermandad del Baratillo, en Sevilla. Como es preceptivo, su director-responsable, Benjamín Domínguez Gómez, conservador-restaurador de bienes culturales Licenciado en Bellas Artes, ha sido el encargado de redactar y dirigir el proyecto y será quien, la próxima semana -concretamente el miércoles 6 de febrero, tras la Misa de Hermandad-, exponga los pormenores del proyecto en una conferencia que tendrá lugar en las dependencias de la cofradía del Miércoles Santo. Junto a éste, las conservadoras-restauradoras Laura Díaz-Ángel Castizo y Mª de los Ángeles Arjona Guajardo-Fajardo han constituido el equipo técnico que ha intervenido la pieza, al que se han sumado para tareas puntuales carpinteros, fotógrafos, tallista, albañiles, etc.
El retablo tras la intervención |
Aunque ya describimos en el blog de gestionarte esta obra (ver entrada relacionada pinchando aquí), hacemos un breve resumen del proceso constructivo y su estado de conservación previo a los trabajos:
HISTORIA MATERIAL Y ESTADO DE CONSERVACIÓN PREVIO
Aprobadas las primeras reglas de la hermandad el 20 de mayo de 1693 se decidió levantar el templo, obras que concluyeron en 1696. Diez años más tarde, se encarga a Juan de Valencia la construcción en madera del retablo mayor, cuyos pagos quedan finiquitados el 16 de enero de 1707. Dadas las pequeñas dimensiones del inmueble primitivo, a partir de 1722 se decide su ampliación, consistente en dotarlo del actual crucero y capilla mayor, así como de otras dependencias. Por tal motivo, el 5 de mayo de 1728 –en pleno proceso de ampliación del templo- está documentado el concierto de la ejecución de un nuevo retablo mayor con el escultor Antonio González de Guzmán. Por el cabildo celebrado el 23 de noviembre de 1749 sabemos que el retablo no estaba todavía acabado en madera, por lo que, a pesar de la solicitud de un devoto, todavía no se podía proceder a su dorado. Será el 30 de julio de 1760 cuando definitivamente se contrate el dorado y policromado del retablo mayor con Vicente Álvarez por cuatro mil reales de vellón concluyéndose el 1 de enero de 1762.
A pesar de la existencia de este segundo contrato con González de Guzmán, lo cierto es que el retablo actual no es una obra de nueva planta, sino el resultado de la ampliación del primero, ejecutado por Juan de Valencia. Sin embargo, hasta el momento, no se han encontrado referencias documentales que expliquen dicho cambio de criterio que, por el contrario, es una evidencia cuando se analiza tanto técnica como estilísticamente el retablo actual. De hecho, podemos relacionarlo con el de la ermita de Santa Ana de Dos Hermanas, obra documentada del mismo autor, con el que tiene no pocas concomitancias, en lo que a la talla y morfología aquitctónica se refiere.
El retablo mayor de la Capilla de la Piedad es una obra de planta rectilínea que se articula en base a un amplio camarín central donde reciben culto las imágenes del Stmo. Cristo de la Misericordia y Ntra. Sra. de la Piedad. Consta de mesa de altar, banco con sagrario, un único cuerpo de tres calles –la central notablemente más ancha- y ático semicircular rematado por un dosel y guardamalleta sostenida por ángeles, rematado por una gran corona. Las calles laterales están articuladas por una doble pareja de columnas salomónicas de seis espiras, adornadas con hojas de vid y flores, entre las que se sitúan sendas repisas con las imágenes de San Antonio Abad y San Francisco de Paula respectivamente. En el ático del retablo, la hornacina-manifestador cobija a la “Virgen de Belén”, una interesante escultura dieciochesca que en su día recibió culto en una capilla a los pies del templo y que desde, al menos, 1936 figura en el retablo mayor.
La arquitectura del retablo está realizada en madera, a excepción del pabellón de del ático que lo es de telas encoladas como las imágenes laterales, que sustituyeron a unas anteriores en 1762. El retablo tiene un particular cromatismo donde contrasta el dorado en oro fino de las tallas y molduras con los fondos verdes realizados mediante “corladuras”, una técnica consistente en aplicar sobre pan de plata un barniz con pigmentos que, en este caso, es el azul de Prusia, un pigmento recién descubierto en la época y que fue el primero en ser fabricado industrialmente.
Detalle del ático tras la intervención; en el centro, la Virgen de Belén. |
Todo el trabajo que han desarrollado los profesionales de gestionarte sobre el retablo se ha apoyado en la investigación científica que se ha llevado a cabo antes y durante el proceso. Así, se han revisado las noticias históricas relativas a la obra, contrastándolas con la información obtenida de las evidencias materiales encontradas sobre las piezas, los resultados de los análisis físico-químicos de las muestras de policromía extraídas, del estudio radiológico, del realizado con luz ultravioleta, etc. hasta determinar, de forma rigurosa, qué actuaciones y con qué criterios concretos habrían de ejecutarse los trabajos para solventar las causas de deterioro que presentaba el retablo.
Especial interés ha tenido para este proyecto la reconstrucción de la historia material de la obra, gracias a la cual se han documentado todos los avatares históricos, las obras en el inmueble, modificaciones, procesos de reforma y/o reparaciones que ha sufrido el retablo. En relación a esto, destacan tres actuaciones llevadas a cabo en la calle central del mismo que son determinantes para entender, tanto la configuración actual del retablo como el tratamiento realizado:
En primer lugar, en el contexto de las obras de rehabilitación del templo, tras la reorganización de la Hermandad, la sustitución del lienzo fundacional de la cofradía por las imágenes que realizara Emilio Pizarro en 1904, para lo cual se abrió un “espacioso camarín”; en segundo lugar, la eliminación de parte del muro de fábrica y construcción de un almacén para la cera de la cofradía bajo el retablo en 1949; finalmente, en 1960, la modificación en altura de la mesa de altar y del banco del retablo, coincidiendo con la colocación del revestimiento de mármol y la eliminación de uno de los escalones del presbiterio con el objetivo de poder mejorar la distribución de los pasos en el templo.
A la izquierda, el retablo en el entorno de los años cuarenta; a la derecha, en 1961, fecha de la bendición del Stmo. Cristo de la Misericordia. |
Así, la fase de estudio determinó que los daños que amenazaban la pervivencia de la obra tenían su origen, fundamentalmente, en cuatro causas de deterioro principales:
- Los defectos de construcción, no tanto a consecuencia del aprovechamiento de las piezas del retablo primigenio, sino por la exigua calidad que presentan algunas piezas de la zona superior o las esculturas laterales. En este sentido, la selección de materiales, como las telas encoladas, bastante frágiles, la deficiente técnica constructiva utilizada en la elaboración y ensamblaje de las piezas del ático, así como el abuso en el uso de clavos y telas encoladas como solución a los desajustes que presentaban las uniones desde el mismo momento de su asentado son algunos de los ejemplos más significativos de esta problemática.
Detalles de defectos de construcción |
- Deficiencias en el inmueble. Las consecuencias del terremoto de Lisboa de 1755, así como los problemas a nivel de cimentación han generado un desplome de casi 2 cm hacia el muro norte de la capilla, lo que ha propiciado un desequilibrio de cargas y múltiples desajustes en las piezas que lo constituyen.
- Las actuaciones de reforma acometidas sobre el retablo, reparaciones, instalaciones eléctricas… que han venido a modificar, no sólo estéticamente sino también constructivamente la calle central, con el consiguiente deterioro de las piezas.
- Por último, aunque no menos importante, la funcionalidad litúrgica que esta obra de arte sacro ostenta, sobre la que se han venido colocando velas, flores, colgaduras, manteles y un largo etcétera de elementos que, año a año, han venido lesionando, sobre todo, el revestimiento polícromo. También el anclaje de elementos efímeros o el acceso a las imágenes han propiciado su deterioro a lo largo de los siglos, unido a la falta de mantenimiento por parte de un equipo profesional y/o en las zonas inaccesibles, como es el trasdós.
METODOLOGÍA Y TRATAMIENTO
Durante todo el proceso se ha seguido un método específico de trabajo y unos criterios de actuación basados en principios teóricos, conceptuales y deontológicos internacionalmente aceptados por las instituciones y los profesionales de la conservación-restauración de bienes culturales, tanto civiles como eclesiásticos. El objetivo principal de los trabajos ha sido el de erradicar las causas de deterioro que amenazaban la conservación del retablo y su correcta lectura, tanto formal como estética e histórica, sin renunciar a la función que actualmente tiene encomendada, que no es otra que albergar las imágenes de la cofradía.
Las fases o tareas acometidas -de forma muy concisa- se pueden resumir en:
- Tratamiento de limpieza y desescombro. Especialmente significativo ha sido el trabajo de desescombro de la zona posterior del retablo –inaccesible hasta el momento-, la eliminación de los diferentes sistemas de cableado eléctrico así como la limpieza de polvo en toda la superficie y depósitos de mortero que cubrían el pabellón superior, eliminadas mecánicamente. Para poder realizar tareas de mantenimiento en el trasdós del retablo se ha colocado una rejilla de registro que permite acceder para su inspección y rutinario mantenimiento y limpieza desde la sacristía.
- Trabajos sobre la fábrica de la iglesia, tanto en la bóveda como en el apoyo de mampostería que le sirve de base a la calle central, recuperando no sólo la fisonomía original del retablo, sino también un apoyo horizontal que garantice la estabilidad del conjunto, solventando parte de las causas de deterioro que ya hemos descrito. En este sentido, también se han sustituido todos los elementos de madera que conformaban la base del camarín, afectados gravemente por xilófagos, culminando así el proceso iniciado durante las obras de rehabilitación de la capilla en 2010 cuando se colocaron vigas de refuerzo a este espacio.
- Trabajos de consolidación del soporte, revisando cada uno de los ensambles, uniones y apoyos, actuando consecuentemente de forma individualizada para cada caso concreto. Para los casos en los que estaba justificado, se han reintegrado volumétricamente aquellos elementos que lo requerían o se han repuesto en su lugar las piezas que se hallaban desprendidas y/o desajustadas. En otros supuestos se han colocado elementos de refuerzo/seguridad en acero inoxidable para controlar a futuro la estabilidad del retablo. Similar proceso se ha seguido en el pabellón de telas encoladas, consolidando y reintegrando volumétricamente todas las zonas perdidas y/o deterioradas.
- Recuperación de la disposición original de las piezas del banco del retablo, que se habían venido a modificar en 1904 y 1960 respectivamente, y que presentaban un avanzado estado de deterioro y una evidente falta de consistencia. En consecuencia, se ha procedido a modificar el sistema de anclaje de la mesa de altar, permitiendo en la actualidad su separación, registro y mantenimiento posterior. En este sentido, se descubrió que las piezas faltantes a ambos lados del sagrario estaban reubicadas en una peana, con lo que se han repuesto en su lugar original.
El banco y mesa de altar del retablo tras la intervención |
- Tratamiento de limpieza del estrato de revestimiento, dorados y policromía, eliminando repintes, restos de hollín y cera, redorados al mixtión, adhesivos… recuperando el cromatismo real de las piezas. Con todo, el aspecto actual difiere en parte del original, por cuanto la alteración físico-química de los materiales constitutivos ha conllevado una paulatina pérdida de transparencia.
- Reintegración volumétrica y cromática de todo el conjunto polícromo, recuperando el cromatismo en las zonas afectadas siguiendo un criterio de “discernimiento a corta distancia” llevado a cabo con la técnica del “rigattino” –rayado- para culminar con la aplicación de un protectivo, tanto en las zonas no policromadas como de barnizado en dorados y fondos polícromos.
A todos estos trabajos hay que sumar otros que, en paralelo, se han llevado a cabo, como es la puesta en valor y documentación de los restos de pinturas murales encontrados sobre la bóveda del altar mayor, vestigios de lo que fuera la decoración del templo hasta su eliminación en 1840, la intervención sobre las tres esculturas que se ubican sobre el retablo, en especial la de la Virgen de Belén, de gran belleza y calidad artística o la nueva iluminación artística mediante LEDS con lo que se preserva adecuadamente esta obra retablística dieciochesca.