La famosa "Ley Sinde", en referencia a la gratuidad de las descargas en internet, parece haber provocado que el tema -hasta ahora residual por no ser de interés para el público en general- llegue a la opinión pública.
Pero claro, los que ahora defienden que hay que pagar por descargar películas o música producida por el sector cultural, se olvidan que fueron ellos durante muchos años, los que han educado a esa generación que ahora se levanta en armas por no tener su emule trabajando al 100% gratis, en la filosofía de que "la cultura es gratis". Frases tipo "la cultura tiene que estar al alcance de todos, por eso no se cobra en los museos" no deja de ser una falacia que se ha vuelto en contra de nosotros mismos. Con medidas como regalar los libros de texto (ojo, que toda ayuda para las familias es poca, pero hay que tener cuidado en el "cómo se hace") o la entrada a los museos, se ha fabricado una generación que no valora lo que tiene, sino que lo exige por la gracia del estado.No se está fomentando la creación de una biblioteca en cada hogar, sino que los libros están en la escuela y si no, lo miras en internet.
Buena parte de la sociedad todavía defiende que el acceso a un monumento debe de ser libre "porque también es mío", sin reparar en que lo que se paga no es el acceso en sí, sino los gastos que conlleva su apertura y mantenimiento. Es como las bodas: la gente se gasta miles de euros en el convite y pone el grito en el cielo cuando el sacerdote le suplica un donativo para el templo. Como si durante la ceremonia no estuviesen los focos encendidos, la megafonía, el sacristán, la limpieza del día anterior y del arroz de la puerta, etc.
Hay quien opina que para bajar el índice de accidentes de tráfico en los jóvenes, lo mejor es que cada uno conduzca el coche que está pagando de su bolsillo, porque como la cuota mensual sale de su nómina, pone todo su empeño en conducir adecuadamente no vaya a ser que tenga que hacer un desembolso mayor. Pues con el patrimonio pasa lo mismo: mientras no se tenga conciencia de que lo que vamos a ver nos cuesta y cuesta porque tiene un valor, seguiremos viendo chorros de niños corriendo por los yacimientos arqueológicos sin saber si están en Baelo Claudia o en Portaventura.
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