miércoles, 8 de junio de 2016

Iniciamos la restauración de la imagen de San Fernando de la Hermandad de Ntra. Sra. de Valme (Dos Hermanas, Sevilla)

Desde primeros del mes de mayo, la imagen de San Fernando que recibe culto en la Capilla Sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena de Dos Hermanas, perteneciente a la Hermandad de Ntra. Sra. de Valme, está siendo intervenida por el equipo de GESTIONARTE SLU. El proceso de conservación y restauración tendrá una duración aproximada de cuatro meses y medio, proyectada su reposición al culto para finales del mes de septiembre en el que, además, la Hermandad tiene previsto organizar una exposición explicativa del proceso en la propia casa-hermandad.

La imagen fue ejecutada por el escultor valenciano Vicente Tena Fuster (1861-1946) en 1895, bajo el diseño del pintor Virgilio Mattoni. La vinculación del rey Santo con la corporación nazarena se hunde en los orígenes de la devoción a la Virgen de Valme, la fundación de la Hermandad y de la propia localidad de Dos Hermanas. Tanto es así que su presencia en los documentos conservados en el archivo de la Hermandad es una constante desde antiguo. Aunque desde 1859 el retablo que preside la ermita del Cuarto posee una imagen de San Fernando, colocada allí a expensas de los duques de Montpensier, no será hasta 1895 cuando la Hermandad reciba la talla que nos ocupa, donada por Don José Lamarque de Novoa. Desde 2010 el santo rey es titular de la Hermandad, acordado por aclamación del Cabildo General de hermanos.

DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN:

La obra que nos ocupa es una escultura de bulto redondo, con unas dimensiones algo menores que el natural (1,50 m. altura). Está ejecutada en madera, tallada y policromada sobre preparación de yeso y cola. Posee zonas doradas en oro fino y otras con pan de plata. Posee ojos de cristal.

Representa al rey San Fernando de pie en actitud oferente con mirada hacia el cielo. En la mano derecha porta la espada y en la izquierda el orbe. Coronado como rey con una presea en metal plateado, su vestimenta se corresponde con la de un caballero medieval (en contraposición a la tradicional vestimenta que, de forma anacrónica, establecieron Murillo y Roldán en sus famosas representaciones conservadas en la Catedral de Sevilla), con una cota de malla metálica sobre la que luce un sobreveste –o sobrevesta- (túnica) de color blanco y capa roja a la espalda con los motivos de castillos y leones a lo largo del perímetro exterior. Calza unos escarpes también metálicos/plateados y de su cintura cuelga la vaina de la espada sustentada por una correa.

La peana que le sirve de sustento es de planta rectangular con los ángulos achaflanados, elaborada a partir de una moldura dorada a lo largo de su recorrido exterior. La superficie superior simula un suelo con motivos geométricos arabescos policromados en rojo, azul y blanco, a modo de alicatados.

La imagen fue intervenida por el taller Isbylia en 1990, aunque existen también testimonios de intervenciones en 1920 y recientes de forma amateur.



ESTADO DE CONSERVACIÓN

Una técnica escultórica poco depurada, así como la degradación inherente fruto de la naturaleza de  los materiales constitutivos, las intervenciones sufridas y su funcionalidad cultual están en el origen de las patologías principales que presenta la imagen. 

La complejidad en la construcción del “embón”, así como las numerosas piezas que lo constituyen han generado las fisuras existentes en toda la pieza, las cuales evidencian inestabilidad en las uniones de la madera. Éstas, han sido reforzadas mediante la inclusión de clavos de forja o tornillería industrial lo que no asegura la perdurabilidad de las uniones, más al contrario, son focos de pudrición de la madera de una limitada eficacia. No obstante, estas fisuras o rajas obedecen a diferentes grados de deterioro, destacando por su incidencia en la estabilidad de la imagen las referidas a la peana o las uniones de la cabeza y brazos.La peana presenta un estado de conservación muy deficiente, al presentar numerosas molduras mutiladas, fijadas con clavos o desplazadas.

Como no podía ser de otra manera, el estrato pictórico de la escultura presenta un muy deficiente estado de conservación por dos causas fundamentales que remiten finalmente a una: Las alteraciones del soporte y las consecuentes intervenciones inadecuadas. La mayor parte de las alteraciones del estrato de color se están produciendo como consecuencia de las correspondientes a nivel de soporte, como son las aperturas de ensambles, roturas, faltas… Derivadas de la intención de reparación que motivaría, casi desde el propio origen de la obra, a su reparación,  éstas han venido a paliar las deficiencias de la imagen en mayor o menor medida, si bien en algunos casos, han repintado de manera burda la superficie policromada de la imagen . Es especialmente significativa esta cuestión en los ropajes, sobre todo en la sobrevesta o túnica o en la zona interior del manto, presentando ambos un repinte generalizado. Igualmente, se pueden observar repintes en la superficie de la encarnadura donde también se localizan varias lagunas de policromía. Por último, la escultura presenta un leve oscurecimiento homogéneo fruto de la alteración del barniz de protección junto con la acumulación de polvo, humo y suciedad que obligan a realizar un tratamiento de limpieza para recuperar su cromatismo.







PROPUESTA DE INTERVENCIÓN Y TRATAMIENTO

A pesar del deterioro evidente, las actuales técnicas de conservación-restauración permiten restituir material y estéticamente la obra para que pueda volver a cumplir la función para la que fue ejecutada, que no es otra que su exposición al culto. Como criterio general, hemos planteado una intervención de índole conservativa que no enmascare la historia material de la obra, pero siendo sensibles, a su vez,  al resultado final que debe de contar con unos mínimos requisitos estéticos como imagen destinada a la veneración de los fieles en un espacio sacro. 

Los trabajos en el soporte de madera tendrán como objetivo principal asegurar la estabilidad de la imagen, frenando el deterioro que ocasiona la inclusión de elementos metálicos y el incorrecto ensamblaje de algunas de las piezas. Con respecto al estrato de policromía, se perseguirá devolver a la imagen su visión original, eliminando repintes y añadidos, reintegrando volumétrica y cromáticamente además, todas aquellas zonas que se hayan visto alteradas por las patologías del soporte de madera.

Para ello, es indispensable acometer la consolidación estructural de la escultura, verdadero foco de alteraciones, para frenar el deterioro que presenta y dotarla de la estabilidad necesaria, así como acometer la limpieza de la superficie pictórica, devolviendo la lectura real a la misma. Igualmente nos parece oportuno valorar la sustitución parcial de la peana y el diseño y ejecución de un sistema tanto de anclaje como de elevación-suspensión al altar que evite posibles accidentes fortuitos y mejore el procedimiento tradicional llevado a cabo hasta el momento dentro del marco de las orientaciones oportunas de prevención una vez termine la intervención.

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